lunes, 6 de febrero de 2017

¿Cazar o ser cazado?


WILLIAM BLAKE

Tigre, ¿quién hizo al cordero, fue quién te hizo?







Hola de nuevo. Esta semana,  hemos visto muchos escritores y obras interesantes, y vengo a plasmar todo lo que he aprendido en clase, en este post, acompañado de algo de mi propia cosecha.

Hoy voy a hablar del gran escritor de poesía William Blake, para algunos el mayor artista que ha dado Inglaterra. Su poesía, aunque compleja y entramada, es hermosa y deja un sabor de boca dulce y amargo por la dureza y fondo de sus palabras, y, al mismo tiempo, la sensibilidad y belleza que esconden.


EL TIGRE

¡Tigre! ¡Tigre!, fuego que ardes
En los bosques de la noche,
¿Qué mano inmortal, qué ojo
Pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué distantes abismos, en qué cielos,
Ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Y que mano osó tomar ese fuego?
¿Y que hombro y qué arte,
podrían retorcer la nervadura de tu corazón
Y cuando tu corazón comenzó a latir
¿Qué formidable mano, qué formidables pies?
¿Qué martillo, qué cadena?
¿En qué horno se forjó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué osadas garras
ciñeron su terror mortal?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas,
Y bañaron los cielos con sús lágrimas,
¿Sonrió al contemplar su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
¡Tigre! ¡Tigre! luz llameante
En los bosques de la noche,
¿Qué ojo o mano inmortal
Osó idear tu terrible simetría?


En su obra, “The Tyger” trabajada en clase, podemos sentir la tristeza y desesperación de Blake por entender las razones que guían a Dios en sus acciones. Cómo este, puede ser el creador de algo indefenso y débil, como un cordero, y, a su vez, un ser perfecto y letal, que no dudará siquiera en atacar y matar para sobrevivir, como es el tigre.

Blake se plantea si existe la crueldad en este animal,  intenta descubrir por qué Dios actúa como actúa, y así, entender por qué iba a crear un mundo en el que el fuerte devora al débil. ¿Por qué tendría que haber siquiera una jerarquía? Si este es todopoderoso.

A todos, nos hace plantearnos si realmente existe algo que justifique las cosas horribles que nos hacen otras personas en la vida, o si, simplemente,  es nuestra naturaleza vivir en una constante lucha y un intercambio de roles entre presa y depredador.

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